jueves, 25 de octubre de 2012


Las normales y la crisis del sistema educativo
Autor: Dr. Armando Peraza Guzmán


Hace tiempo lo venimos diciendo, al Sistema Educativo Mexicano le hace falta una cirugía mayor que ataque el problema multifactorialmente, iniciando primero por separar lo social de lo educativo, la profesión de maestro no debe servir más como puente preferente para la movilidad social a través de la profesión de maestro, debe servir a la propia educación.

La Normales Rurales tienen una respetable tradición, inicialmente sirvieron para que las clases medias en ascenso fortalecieran al sistema educativo nacional desde la provincia. Los hijos de maestros y de otros grupos sociales favorecidos por la ampliación de oportunidades en un país en pleno crecimiento vieron en ellas una posibilidad de servir y ser atendidos por un gobierno que fungía como trampolín del crecimiento económico y que, contrario a otros países latinoamericanos, mediante el gasto público cimentó una clase media que permitió la creación de un mercado interno que impulsó el desarrollo económico de los años cuarentas a los sesentas.

Sin embargo el impulso se agotó, entró en crisis el “Milagro Mexicano”. En los sesentas Echeverría provocó una crisis económica y social fruto de un sexenio de dispendios y populismo a ultranza. Es aquí donde inicia la debacle del sistema educativo al masificar a las normales y ofrecerlas como vía de ascenso social a los más pobres, ya que las universidades –vía natural para la movilidad social--  estaban fuera de su alcance. Aquí también inicia el lento deterioro académico del normalismo que desapareció como oficio propio de un estamento que, como el de los abogados y doctores, se nutría de sus propias filas –sus hijos—. El deterioro del prestigio social del maestro es una muestra de ello

El SNTE también cambió, paso de ser un enclave de intelectuales orgánicos semiautónomos, a ser tomado por un grupo de golpeadores al mando de Carlos Jonguitud, que con el apoyo de Echeverría lo tomó por asalto y utilizó el sistema de normales para ampliar la base de apoyo del presidencialismo. Incorporó al sistema político a la población más pobre y usó el sistema de formación de maestros como un medio masivo de control popular, olvidándose de la herencia vasconcelista y de la más reciente utopía del socialismo cardenista. A su vez, Salinas modernizó al SNTE cambiándole la cara, pero mantuvo un férreo control sobre él con la Mtra Elba Esther Gordillo al frente, impidiendo la descentralización sindical e impidiendo que se desmembrara con la descentralización educativa de los noventas. La base del poder de la Maestra está en la centralización de las cuotas sindicales y en la vinculación de negocios entre la SEP y el sindicato, dejándoles a los Estados la venta de plazas para consumo propio y manejo corporativo local.

El normalismo como sistema formador de maestros, ya se agotó. Desde hace muchos años fue pervertido por su vinculación directa con el sistema político al mantenerlo sujeto jurídicamente a la SEP, cuando todas las instituciones de educación superior deben ser Organismos Públicos Descentralizados con autonomía y ley orgánica propia. Algo similar le sucedió a la Universidad Pedagógica Nacional que para avanzar requiere ser transformada en una verdadera universidad, desvinculándola de la SEP y no ser universidad sólo de membrete.

Reformar el Sistema de Formación de Maestros requiere ser maestro de preescolar y primaria adquiriendo un título universitario, donde las universidades estructuren el currículum de formación en función de los cambios que sucedan en el sistema educativo y acceder mediante exámenes al ejercicio de su profesión. Para ser maestro de secundaria y bachillerato se necesita tener una profesión universitaria en algún área de conocimientos y después tomar los estudios en docencia necesarios para impartir clases. Mientras no se siga esta lógica y se profesionalice la formación de maestro el desprestigio seguirá y la función docente adolecerá del sustrato estamental que toda profesión requiere 

No nos engañemos pensando que el cambio es imposible, estamos en un momento coyuntural donde la sociedad civil en general, desde las ideologías de izquierda, derecha y centro, claman por un cambio. El Estado debe negociar con esta sociedad, debe resolver mediante el diálogo los múltiples problemas que traería una modificación del sistema. Por otro lado, los habitantes de las comunidades que soportan a las Normales Rurales necesitan espacios de formación que les permita una mejor forma de vida y oportunidades laborales locales. Si les quitamos las normales sin compensarlos por ello nos espera una dura lucha social, actuemos con inteligencia y no escatimemos recursos, necesitamos un liderazgo educativo que encabece los cambios, la pregunta es ¿lo tendremos?