Las
normales y la crisis del sistema educativo
Autor: Dr. Armando Peraza Guzmán
Hace tiempo lo venimos diciendo,
al Sistema Educativo Mexicano le hace falta una cirugía mayor que ataque el
problema multifactorialmente, iniciando primero por separar lo social de lo
educativo, la profesión de maestro no debe servir más como puente preferente
para la movilidad social a través de la profesión de maestro, debe servir a la
propia educación.
La Normales Rurales tienen una
respetable tradición, inicialmente sirvieron para que las clases medias en
ascenso fortalecieran al sistema educativo nacional desde la provincia. Los
hijos de maestros y de otros grupos sociales favorecidos por la ampliación de oportunidades
en un país en pleno crecimiento vieron en ellas una posibilidad de servir y ser
atendidos por un gobierno que fungía como trampolín del crecimiento económico y
que, contrario a otros países latinoamericanos, mediante el gasto público
cimentó una clase media que permitió la creación de un mercado interno que
impulsó el desarrollo económico de los años cuarentas a los sesentas.
Sin embargo el impulso se agotó,
entró en crisis el “Milagro Mexicano”. En los sesentas Echeverría provocó una
crisis económica y social fruto de un sexenio de dispendios y populismo a
ultranza. Es aquí donde inicia la debacle del sistema educativo al masificar a
las normales y ofrecerlas como vía de ascenso social a los más pobres, ya que
las universidades –vía natural para la movilidad social-- estaban fuera de su alcance. Aquí también
inicia el lento deterioro académico del normalismo que desapareció como oficio
propio de un estamento que, como el de los abogados y doctores, se nutría de
sus propias filas –sus hijos—. El deterioro del prestigio social del maestro es
una muestra de ello
El SNTE también cambió, paso de
ser un enclave de intelectuales orgánicos semiautónomos, a ser tomado por un
grupo de golpeadores al mando de Carlos Jonguitud, que con el apoyo de
Echeverría lo tomó por asalto y utilizó el sistema de normales para ampliar la
base de apoyo del presidencialismo. Incorporó al sistema político a la población
más pobre y usó el sistema de formación de maestros como un medio masivo de
control popular, olvidándose de la herencia vasconcelista y de la más reciente utopía
del socialismo cardenista. A su vez, Salinas modernizó al SNTE cambiándole la
cara, pero mantuvo un férreo control sobre él con la Mtra Elba Esther Gordillo
al frente, impidiendo la descentralización sindical e impidiendo que se
desmembrara con la descentralización educativa de los noventas. La base del
poder de la Maestra está en la centralización de las cuotas sindicales y en la
vinculación de negocios entre la SEP y el sindicato, dejándoles a los Estados
la venta de plazas para consumo propio y manejo corporativo local.
El normalismo como sistema
formador de maestros, ya se agotó. Desde hace muchos años fue pervertido por su
vinculación directa con el sistema político al mantenerlo sujeto jurídicamente
a la SEP, cuando todas las instituciones de educación superior deben ser
Organismos Públicos Descentralizados con autonomía y ley orgánica propia. Algo
similar le sucedió a la Universidad Pedagógica Nacional que para avanzar
requiere ser transformada en una verdadera universidad, desvinculándola de la
SEP y no ser universidad sólo de membrete.
Reformar el Sistema de Formación
de Maestros requiere ser maestro de preescolar y primaria adquiriendo un título
universitario, donde las universidades estructuren el currículum de formación
en función de los cambios que sucedan en el sistema educativo y acceder
mediante exámenes al ejercicio de su profesión. Para ser maestro de secundaria
y bachillerato se necesita tener una profesión universitaria en algún área de
conocimientos y después tomar los estudios en docencia necesarios para impartir
clases. Mientras no se siga esta lógica y se profesionalice la formación de
maestro el desprestigio seguirá y la función docente adolecerá del sustrato
estamental que toda profesión requiere
No nos engañemos pensando que el
cambio es imposible, estamos en un momento coyuntural donde la sociedad civil
en general, desde las ideologías de izquierda, derecha y centro, claman por un
cambio. El Estado debe negociar con esta sociedad, debe resolver mediante el
diálogo los múltiples problemas que traería una modificación del sistema. Por
otro lado, los habitantes de las comunidades que soportan a las Normales
Rurales necesitan espacios de formación que les permita una mejor forma de vida
y oportunidades laborales locales. Si les quitamos las normales sin
compensarlos por ello nos espera una dura lucha social, actuemos con inteligencia
y no escatimemos recursos, necesitamos un liderazgo educativo que encabece los
cambios, la pregunta es ¿lo tendremos?