La clase media y la esperanza
Autor:
Armando Peraza Guzmán
La verdad, ser pobre como muchos filósofos
han dicho y como todos los pobres saben, nos lleva a la peor infelicidad
posible y es una de las peores condiciones de vida que un ser humano puede sufrir.
Desgraciadamente, nuestro país está lleno de pobres por el inmundo saqueo a que
ha sido sometido durante siglos donde la corrupción es más una norma que una excepción.
La aspiración de todo pobre es
dejar de serlo y transitar hacia la clase media, esa es una aspiración
legítima, por la que no los podemos criticar, sino todo lo contrario, los
debemos apoyar en esta difícil transición.
Cuando los pobres apoyaron a López
Obrador, entre otras cosas, además de su indignación por los malos gobiernos
que hemos tenido, está presente esta aspiración y la idea de que él podría
ayudarlo a hacer la transición con un gobierno que ha dicho: primero los pobres.
Por otro lado, para ser de clase
media en este país, de forma legítima, sin chingar al prójimo ni abusar de él o
ser de la delincuencia organizada o no, requiere de grandes esfuerzos y muchos
estudios, lo que entre otras cosas nos lleva a tener una visión del mundo que
puede ser conservadora o progresista, dependiendo de los espacios de
socialización en que hayamos vivido y nos hubiéramos formado durante este
trayecto.
En ese sentido, seamos
progresistas con sentido social o conservadores desclasados, tenemos una forma
de vida vinculada a la conservación de nuestros espacios vitales de vida en
nuestras colonias y nuestros trabajos y, por lo tanto, una percepción del
gobierno bajo el cual vivimos, tanto si apoyamos a Morena o al PAN.
Hablando de la Ciudad de México, se vivió
durante muchos años apoyando en la mayoría de las alcaldías primero al PRD,
cuando fue de izquierda, y luego a Morena cuando el viejo partido de izquierda
se transformó en un partido corrupto más de los muchos que tuvimos por la
descomposición brutal a que fue sometida por una dirigencia inepta y amoral.
Cuando llegó Morena, llegó fuerte,
arrasando con todo y siendo una nueva opción de gobierno, en pocas palabras,
significó la esperanza, lo nuevo, la justicia y lo moralmente correcto que las
clases medias aprecian y en este sentido no estaba equivocado nuestro Presidente
al poner a la moral en un primer plano desde la óptica de las clases medias que
estas aprecian por darle sentido a lo humano.
¿Qué pasó entonces? ¿Por qué
perdió Morena en la mitad clase mediera de la Ciudad de México? ¿Por qué fue tan
sensible a la brutal guerra sucia de la derecha? La respuesta creo que es multifactorial, pero puede
resumirse en que perdió la esperanza ante los recurrentes malos gobiernos de la
izquierda que siguieron la inercia de la vieja izquierda desgastada del PRD, asumiendo
que podían ganar con cualquier candidato con sólo llevar el logo de Morena y
ser apoyado por el Presidente en su gran discurso y cruzada por la erradicación
de la corrupción.
La esperanza, esa gran fuerza
moral que nos impulsa a todos y que es destruida por el pragmatismo de la
realidad, en función de la posibilidad que tengamos de percibirla, lo que está
vinculado con nuestra educación y formación moral, la cual grandes sectores de
la clase media poseen –no todos—, pero que nos permite ser capaces de saber cuándo
nos están engañando y cuando están impulsando a un candidato percibido por
nosotros como corrupto, venga del partido que venga, aunque tenga el membrete
de Morena.
Si hubieran tenido buenos
candidatos hubieran ganado, si no lo hubieran hecho mal en las anteriores
administraciones también, si no hubieran reciclado a los viejos corruptos del
PRD, también se les hubiera apoyado, pero ante la idea de: con cualquier
candidato ganamos y ante la vieja premisa de la corrupción de la cual muchas alcaldías no pudieron zafarse, entonces perdieron y si bien la sucia guerra
de la derecha fue intensa, esta sólo tuvo efecto por el desgaste de los
candidatos de Morena impuestos por cúpulas sin ninguna sensibilidad ante la
diversidad de la población de una metrópoli como la capital, diversa, plural y consiente
en la mayoría de sus delegaciones y si gano en muchas es porque en esas fue
buena la labor hecha y fueron buenos los candidatos, no porque fueran
delegaciones de pobres solamente.
México está transitando hacia la
democracia y, no debemos demeritar el esfuerzo de un solo hombre que lo está
logrando, empujando a un partido que no logra zafarse del viejo clientelismo
priista que aún subsiste culturalmente en nuestra clase política y de la cual
Morena no es inmune y que ahora, cada vez es mejor percibida y castigada por la
población clase mediera o no de nuestro país.
No nos confundamos, la 4T requiere
de mantener una sola cosa: la esperanza, más de la mitad del país la sigue
conservando, no hagamos que la pierda.