lunes, 14 de junio de 2021

 

La clase media y la esperanza

Autor: Armando Peraza Guzmán

 

La verdad, ser pobre como muchos filósofos han dicho y como todos los pobres saben, nos lleva a la peor infelicidad posible y es una de las peores condiciones de vida que un ser humano puede sufrir. Desgraciadamente, nuestro país está lleno de pobres por el inmundo saqueo a que ha sido sometido durante siglos donde la corrupción es más una norma que una excepción.

La aspiración de todo pobre es dejar de serlo y transitar hacia la clase media, esa es una aspiración legítima, por la que no los podemos criticar, sino todo lo contrario, los debemos apoyar en esta difícil transición.

Cuando los pobres apoyaron a López Obrador, entre otras cosas, además de su indignación por los malos gobiernos que hemos tenido, está presente esta aspiración y la idea de que él podría ayudarlo a hacer la transición con un gobierno que ha dicho: primero los pobres.

Por otro lado, para ser de clase media en este país, de forma legítima, sin chingar al prójimo ni abusar de él o ser de la delincuencia organizada o no, requiere de grandes esfuerzos y muchos estudios, lo que entre otras cosas nos lleva a tener una visión del mundo que puede ser conservadora o progresista, dependiendo de los espacios de socialización en que hayamos vivido y nos hubiéramos formado durante este trayecto.

En ese sentido, seamos progresistas con sentido social o conservadores desclasados, tenemos una forma de vida vinculada a la conservación de nuestros espacios vitales de vida en nuestras colonias y nuestros trabajos y, por lo tanto, una percepción del gobierno bajo el cual vivimos, tanto si apoyamos a Morena o al PAN.  

Hablando de la Ciudad de México, se vivió durante muchos años apoyando en la mayoría de las alcaldías primero al PRD, cuando fue de izquierda, y luego a Morena cuando el viejo partido de izquierda se transformó en un partido corrupto más de los muchos que tuvimos por la descomposición brutal a que fue sometida por una dirigencia inepta y amoral.

Cuando llegó Morena, llegó fuerte, arrasando con todo y siendo una nueva opción de gobierno, en pocas palabras, significó la esperanza, lo nuevo, la justicia y lo moralmente correcto que las clases medias aprecian y en este sentido no estaba equivocado nuestro Presidente al poner a la moral en un primer plano desde la óptica de las clases medias que estas aprecian por darle sentido a lo humano.

¿Qué pasó entonces? ¿Por qué perdió Morena en la mitad clase mediera de la Ciudad de México? ¿Por qué fue tan sensible a la brutal guerra sucia de la derecha?  La respuesta creo que es multifactorial, pero puede resumirse en que perdió la esperanza ante los recurrentes malos gobiernos de la izquierda que siguieron la inercia de la vieja izquierda desgastada del PRD, asumiendo que podían ganar con cualquier candidato con sólo llevar el logo de Morena y ser apoyado por el Presidente en su gran discurso y cruzada por la erradicación de la corrupción.

La esperanza, esa gran fuerza moral que nos impulsa a todos y que es destruida por el pragmatismo de la realidad, en función de la posibilidad que tengamos de percibirla, lo que está vinculado con nuestra educación y formación moral, la cual grandes sectores de la clase media poseen –no todos—, pero que nos permite ser capaces de saber cuándo nos están engañando y cuando están impulsando a un candidato percibido por nosotros como corrupto, venga del partido que venga, aunque tenga el membrete de Morena.

Si hubieran tenido buenos candidatos hubieran ganado, si no lo hubieran hecho mal en las anteriores administraciones también, si no hubieran reciclado a los viejos corruptos del PRD, también se les hubiera apoyado, pero ante la idea de: con cualquier candidato ganamos y ante la vieja premisa de la corrupción de la cual muchas alcaldías no pudieron zafarse, entonces perdieron y si bien la sucia guerra de la derecha fue intensa, esta sólo tuvo efecto por el desgaste de los candidatos de Morena impuestos por cúpulas sin ninguna sensibilidad ante la diversidad de la población de una metrópoli como la capital, diversa, plural y consiente en la mayoría de sus delegaciones y si gano en muchas es porque en esas fue buena la labor hecha y fueron buenos los candidatos, no porque fueran delegaciones de pobres solamente.

México está transitando hacia la democracia y, no debemos demeritar el esfuerzo de un solo hombre que lo está logrando, empujando a un partido que no logra zafarse del viejo clientelismo priista que aún subsiste culturalmente en nuestra clase política y de la cual Morena no es inmune y que ahora, cada vez es mejor percibida y castigada por la población clase mediera o no de nuestro país.

No nos confundamos, la 4T requiere de mantener una sola cosa: la esperanza, más de la mitad del país la sigue conservando, no hagamos que la pierda.   

jueves, 7 de enero de 2021

 

El poder y el capital contra la democracia

Autor: Armando Peraza Guzmán

 

El poder que es adictivo por un lado y los intereses de las grandes corporaciones por el otro, están subvirtiendo a la democracia en todo el mundo y los EEUU y México no son la excepción. Estamos viendo un nuevo mundo donde los reclamos de las poblaciones son cada vez más fuertes y ponemos como ejemplo los embates contra el outsourcing en México o el Black Lives Matter en EEUU.

Todo lo anterior provoca una respuesta tanto de los intereses de los grandes corporativos, como de los hombres del poder que en la extrema derecha –Ejemplo: Claudio X en México o Donald Trump en EEUU— quienes encaran irracionalmente estas respuestas a sus esquemas depredadores, sin tomar en cuenta los costos políticos que esto le representa, pues va en contra de la lógica centrada en el consenso y el diálogo que junto a lo razonable han postulado grandes filósofos políticos como Hanna Arendt o Isaiah Berlin y son parte sustantiva en la configuración de los nuevos modos de la democracia posmoderna que no están basados en la razón ni la ciencia, sino en la justicia y la libertad centrada en lo razonable de la convivencia humana.

Los grupos de la extrema derecha representantes del gran capital, se están fortaleciendo gracias  a los grandes recursos que se les están canalizando para apoyarlos en contra de este tipo de políticas populares que buscan revertir, cada vez con más fuerza, los estragos que el neoliberalismo causaron en el mundo y sobre todo, en el poder adquisitivo de las mayorías, las cuales fueron empobrecidas brutalmente, para, con estos excedentes, fortalecer al capital en detrimento del trabajo, creando distorsiones brutales que están destruyendo el sistema capitalista y por ende al sistema democrático que es consubstancial al capitalismo.

No debemos olvidar que el capitalismo y la democracia crecieron juntos y se han fortalecido mutuamente, tal y como postula Weber al hablar del tipo ideal “legal” donde florecen juntos la democracia y el capitalismo. Posiblemente el “New Deal” de Roosevelt es el ejemplo del mayor empuje que sufrió el capitalismo en su desarrollo y creo la gran riqueza americana (de EEUU), que es un ejemplo de democracia en el mundo al fortalecer a las clases medias y crear un sistema capitalista basado en el consumo popular y la democracia representativa.

Este sistema no es perfecto y se ha topado con fuertes límites que pueden ser vistos como contradicciones, ya que se está topando con los abusos al medio ambiente y con el deterioro de la ecología o con derechos de las minorías que buscan acceder a este modelo, acceso que por su masificación está provocando el deterioro del mundo en que vivimos y que por ende, debe replantear democráticamente el nuevo rumbo del desarrollo, para que este logre abarcar a la humanidad y no sólo a un país o países, en deterioro de las grandes masas pertenecientes sobre todo a los países subdesarrollados.

Sin embargo, este hecho no puede ser pretexto para acabar con el sistema democrático que tiende a fortalecerse al darle cabida a los derechos de las minorías o a los derechos a tener un mejor medio ambiente, lo cual obviamente está en contradicción con las ganancias del gran capital que posee en este momento el poder en casi todo el mundo gracias a los recursos que canaliza para mantenerse en él, sin tomar en cuenta las grandes contradicciones que puede generar este proceso y que estamos viendo día a día en el mundo, sin que en México seamos ajenos a él.

Los excesos a que nos puede llevar el deseo del gran capital para mantener el statu quo, están a la vista, el intento brutal de Donald Trump para mantenerse en el poder a costa de la democracia americana o los intentos desestabilizadores de la derecha en México ante un gobierno popular que llegó al poder con un masivo apoyo popular, son un claro ejemplo de ello.

Ambos grupos –los republicanos en los EEUU y la mancuerna empresarios y partidos en México --(PAN, PRI y PRD) -- no entienden que sus excesos están destruyendo a la democracia y pareciera que les importa más mantener los brutales márgenes de ganancia del gran capital y sus intereses políticos y económicos particulares, sin entender el daño que le puedan causar a estos países. Están soltando al tigre sin entender que todos vamos a ser perjudicados con la desaparición de la democracia, pues no sólo muere ella, también muere el sistema capitalista en que vivimos y mueren las libertades que no son tan caras en nuestra vida cotidiana.