El problema
educativo en México: sus orígenes
Armando Peraza Guzmán
Hablar
de reformas y contrarreforma encubre más una solución política y no ofrece
muchas alternativas de solución a la problemática educativa actual que es
desastrosa. Estoy de acuerdo que el problema fundamental no son los maestros,
aunque sí son el cabo más visible y el último eslabón en la cadena de fracasos
en lo educativo. Sin embargo y a pesar de que las evaluaciones son
fundamentales para obtener información sobre la situación del magisterio, lo
realmente importante es el uso que se le dé a las mismas y es ahí donde entra
lo político y donde generalmente se toman malas decisiones que no redundan en
beneficio de los niños de México.
Habría
que despolitizar el sistema educativo, esa es la reforma fundamental que se
requiere, el cómo hacerlo es sobre lo que tenemos que reflexionar y entender
que la vía no es la descentralización tal y como se llevó a cabo, ya que la
misma es un fracaso que se debe revertir y es un peligro mayor si se extiende
al municipio, como lo demuestran las experiencias de América Latina. Lo
fundamental es crear una serie de agencias que adelgacen a la SEP repartiendo
sus funciones y haciéndolas trabajar por metas desde el modelo de organismos
autónomos nacionales para revertir la nefasta influencia de los caciques
regionales llamados gobernadores que tanto mal le están haciendo a nuestra
educación.
Una
reforma en lo educativo, que no educativa, que no retome el control de lo
educativo por parte del Estado es lo que se necesita, ya que al retomar el
Estado el control de lo educativo como sucedió con la última reforma
constitucional en la materia y con la caída de la “Maestra Gordillo”, lo único
que pasó, es que se revivió el viejo modelo de control corporativo en beneficio
del partido en el poder, se revivió y modernizó el viejo pacto clientelar y se
regresó al espacio de las simulaciones que han perpetuado la pobreza y la
marginación en nuestro país.
En el
país tenemos un grave problema en lo educativo causado por la herencia
clientelar que pauperizó el sistema al desviarlo de sus fines originales. Desde
Vasconcelos el sistema educativo se oriento a la educación del pueblo mexicano,
a la ampliación de su cultura como una vía de emancipación y de combate a la
pobreza que se extendió al campo y a las zonas indígenas vía las misiones
culturales y posteriormente el proyecto de educación rural.
Este “digno”
fin de lo educativo por parte del Estado, inició su rompimiento en forma
temprana ya desde el cardenismo, donde la función adoctrinadora en favor de un
Estado justo, revolucionario y socialista se configura mediante el “Nacionalismo
Revolucionario” una especie de religión estatal igual de oscurantista que la
que había sido rechazada por el laicismo educativo desde la época de Juárez. Con
Alemán se logró cooptar el movimiento sindical hasta entonces autónomo con la
llegada del Ingeniero Robles Martínez a
la cabeza del SNTE –el primer cacique de este organismo de tres que
habría de tener hasta la fecha--, que habría de estructurar y validar ya en una
forma completa y compleja la utilidad del sistema educativo, más como un órgano
emergente de formación para el trabajo en la una nueva y naciente industria, que
en una educación liberadora, tal y como la concibió Vasconcelos, modelo que no
estaba necesariamente en contra de lo laboral, pero si saboteaba el control que
buscaba perfeccionar desde el Estado el sistema clientelar que se estaba
construyendo velozmente y que requería de una masa obrera dócil con los mínimos
educativos para incorporarse al crecimiento de México desde una óptica de
dependencia y explotación intensiva, por lo que la educación se adaptó a este
proyecto y al llamado en lo económico “Milagro Mexicano”, que nos trajo la
época de mayor crecimiento económico junto a una acumulación originaria de
capitales, pero que no estuvo acorde con mayores niveles de justicia social
para la gran mayoría de la población.
Echeverría
habría de darle la puntilla al proyecto vasconcelista en lo poco que quedaba de
él, que era la figura del maestro, el que se profesionalizaba desde una
formación de corte estamental que le estaba dando poco a poco una identidad propia
a la profesión, similar a la que tenía la del médico o el abogado, desde la familia,
con imaginarios que a la larga acabarían de configurar a la carrera magisterial
como una profesión heredada de padres a hijos y con sus respectivos códigos de
conducta propios de una fuerte y pujante clase media que estaba ya impregnándose
de una moral burguesa basada en principios culturales que hacían del trabajo una
forma de superación y de la honestidad una forma de vida que todavía se puede
observar en las películas de la época.
El Presidente
Echeverría modernizó a su vez el modelo clientelar del alemanismo, al
incorporar a las masas a él, así solucionó el fracaso cada vez mayor del modelo
económico de crecimiento que ya estaba en crisis y que era incapaz de canalizar
el deseo de empleo de la nueva juventud mexicana que tenía por ese entonces un
índice de crecimiento impresionante y que requería de espacios económicos para darles
empleo que no estaba proporcionando la industria, la que merced al modelo del “Nacionalismo
Mexicano”, se había topado con los límites que un sistema de privilegios y
corrupción puede ofrecer, donde el enriquecimiento era más una cuestión de
acuerdos con el Estado, que de productividad y competitividad.
La masificación
del magisterio requirió de un relevo en lo sindical, ya que el viejo líder respondía
a otras necesidades más de corte empresarial –se volvió un empresario exitoso
vinculado desde la dirección SNTE y de BANOBRAS (12 años) a los grupos
empresariales más poderosos del país— que a la visión “popular” que se le
quería inyectar a nuevo proyecto de país y es aquí donde toma el relevo Jonguitud
quien rompe la estructura de crecimiento paulatino del magisterio y transforma
a la SEP en complicidad con el SNTE en la agencia de empleos más grande del
país incorporando a las masas desde unas escuelas normales que también se
masificaron y pasaron de formar profesionistas a dar títulos en forma
industrial sin los mínimos sistemas de control académico, la profesión se
volvió una patente de corso adecuada más al bienestar económico de este nuevo
magisterio que a sus fines originales.
Es en
este momento cuando se inicia el rompimiento del sistema educativo con el proyecto
de crecimiento económico que de por sí ya estaba en crisis, retomar posteriormente
un crecimiento sostenido requeriría de un cambio de rumbo, no sólo en lo
económico, también en lo educativo, ese papel se lo dejaría al último gran
modernizador del “Sistema Político Mexicano” heredado de la revolución, Carlos
Salinas de Gortari, que llevó a cabo una serie de reformas económicas cuya
máxima expresión es el TLC, que requirieron a su vez de profundos cambios en la
orientación educativa, cambios que el ya también viejo líder magisterial no
podía ofrecer, esos fueron los tiempos del encumbramiento de Elba Esther Gordillo
al frente del SNTE, la tercer cacique histórica del sindicato magisterial y la
última hasta la fecha.